martes, 19 de enero de 2016

Cookie's Project ~ Mil veces ella

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Son las polvorientas manecillas de ese anticuado reloj de pared que siempre ha deseado tirar las que se detienen, y no el tiempo, cuando la tranquila voz del moreno pronuncia por lo bajo unas palabras incomprensibles debido al chaparrón que está cayendo fuera.

La rubia parpadea, completamente atónita, debido a la improvisada primavera que se ha desatado por sorpresa sobre sus regazos: las margaritas son las primeras en desperezarse sobre su falda porque Vincent sabe que son sus favoritas - y es la sonrisa franca que se forma sobre los rosados labios de su prometida la que acaba llenando de luz la habitación, no los truenos horribles que resuenan como si el cielo estuviera cayendo sobre sus cabezas.

De hecho, ambos han olvidado la que está cayendo.

Honey siempre fue consciente de que el medimago fue uno de los mejores estudiantes de Encantamientos de su promoción, y él lamenta de nuevo que los ilustres (e infames) señor y señora Kendrik hayan optado por desheredar a su primogénito antes que conocer a la dulce muchacha que está finalizando sus estudios como magizoóloga.

Por otra parte, ¿ya qué más da?

Volvería a elegirla mil veces más.

jueves, 14 de enero de 2016

Cookie's Project ~ Sin título

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Y escala entre besos cortos ese par de orgullosas torres que son sus largas piernas;

sabe que sus ojos no han sido los primeros en explorar el abrumador paisaje de sus muslos pálidos, ni la palma de cada mano podía considerarse como aquellas que descubrieron cada una de las cadenas montañosas de tonos violáceos e imperfectos cráteres en forma de cicatriz, que dejaban un gusto áspero cada vez que sus dedos inquietos viajaban a través de ellos.

Sabe, también, que eso es lo que menos importa.

Porque Slyanna es una ola embravecida que se yergue desafiante en lo más oscuro de la noche, y sus caderas no son otra cosa para ella sino un cúmulo de rocas dónde estrellarse con la demoledora fuerza de todo su ser — y sólo entonces acaba rompiéndose en miles de pedazos que él mantiene unidos con un fuerte abrazo.

"Te quiero" le susurra suavemente mientras ella finge no escucharlo; son palabras que lleva suspirando desde hace incontables lunas pero que la elfa oscura todavía no responde.

Sus labios — rojos y brillantes, atrayéndolo como una de esas bayas venenosas que su abuela le advirtió no comer cuando era niño — permanecen sellados, y de verdad no sabe cuántas estaciones más puede vivir esperando su respuesta.